Beatriz Salcedo-Strumpf
El joven recibe la misteriosa misiva muy temprano en la madrugada, le han tocado la ventana sigilosamente y la avisan que hay correo, toma la carta y agradece al mensajero que sale corriendo calle abajo. Pasa el pestillo. Antes de abrir la misiva trata de reconocer esa letra desconocida que escribe su nombre con esmerada caligrafía gótica: Joaquín Hidalgo Lucero. Nunca la había visto; quita el lacre con creciente curiosidad y lee:
Ciudad de Chihuahua, 28 de julio de 1811
Joaquín: Ha llegado el tiempo justo para conocernos y platicar de lo que nos interesa y preocupa a ambos. Te espero mañana a las ocho de la mañana en el atrio de la Parroquia del Sagrario.
Tu hermano, Mariano Lino
No se asombra, sabe que el encuentro debió haber sucedido hace ya un año, pero no tenía forma de contactar ni a sus hermanos ni a su padre. Dependía de ellos. Los tiempos eran muy confusos y no se podía confiar en nadie, así que preguntar e indagar por la suerte de su padre, capturado, enjuiciado y condenado a muerte por los realistas, además de imposible era poco menos que un suicidio.
En la húmeda claridad de la mañana siguiente, espera puntual a ese hermano mayor del que conocía su existencia pero nunca había visto. Presiente que lo reconocerá de inmediato.
Entre los pocos fieles que pasan a su lado, lo ve venir; cierta cadencia al caminar, la cabeza erguida, la frente amplia, y la verde mirada astuta que heredó de su padre.
─Joaquín, por fin, nos conocemos y lamento que sea bajo estas condiciones. ¿Sabes que nuestro padre será ejecutado pasado mañana, a las siete de la mañana?
─No sabía la hora, pero debemos concertar una cita con el obispo, ya que la iglesia
prohibe fusilar a los sacerdotes.
─Lo sé Mariano, pero no podemos hacer nada, nuestro padre fue traicionado precisamente por su amigo el obispo Manuel Abad. Él ha confirmado que papá y sus seguidores han perturbado la paz pública y por eso han sido excomulgados. Nuestro padre se encuentra prisionero con otros insurgentes desde abril. Primero, fueron llevados a la norias de Acatita y de ahí fue traído a Chihuahua en donde se ha decidido su fusilamiento.
─Joaquín, tenemos que resignarnos con valentía a la muerte de nuestro admirable padre. Dudo, por lo que ya se decidió, que podamos hacer algo para salvarlo. Lo único que nos queda por hacer es presenciar su muerte con dignidad, dejarle saber que estamos con él.
Los hermanos se abrazaron con emoción indescriptible, ante la mirada impávida de los transeúntes, poco acostumbrados a muestras efusivas de afecto entre dos hombres.
Miguel Hidalgo, fue una presencia magnánima, amorosa y diligente en sus vidas. Joaquín asocia su imagen infantil con el aroma del café con leche y las tortillas que su fallecida madre preparaba al desayuno.
Cuando niño, recuerda verlos a ambos, felices y enamorados en la mesa de la cocina, charlando con animación alrededor del café humeante, endulzado con miel o arequipe, su padre trataba a su madre de igual a igual, como a una amiga, y sostenían sabias conversaciones sobre el manejo del pueblo o sucesos que ocurrían en la parroquia.
Su padre Miguel era un cura de mucho carácter y temperamento que odiaba la injusticia y que tuvo siempre, a lo largo de toda su labor pastoral, encuentros y enfrentamientos de mucho cuidado con señores de la tierra acostumbrados a explotar y maltratar a los indígenas como animales de carga. Peor que animales de carga porque muchas veces los cerdos y ganado vacuno recibían mejor trato que los peones y lacayos.
En sus misas domingueras, a las que Joaquín asistía sin falta, Miguel Hidalgo exhortaba a los parroquianos una y otra vez acerca de la igualdad entre los hombres, invitaba a la comunidad a trabajar hombro con hombro para sacar la cosecha de la tierra, para enfrentar los desastres naturales, la sequía, las inundaciones, la carestía de alimentos básicos, los caminos destapados, el peligro de las pestes que azotaban a la población inmisericordemente durante ciclos de muerte y dolor.
Fue de los primeros que habló públicamente del derecho a la vida de los indígenas, del derecho a que poseyeran la tierra que trabajaban, de la igualdad entre hombres y mujeres. Miguel era un hombre muy ilustrado y poco común para su entorno y su época, que se mantenía al día en las últimas ideas filosóficas de la ilustración y el enciclopedismo gracias a amigos que le hacían llegar vía España de noticias y libros de las corrientes europeas más novedosas.
No era su padre el sacerdote típico, imbuido de un Dios inmaterial y frío y lejano, para Miguel Hidalgo la justicia de Dios debía comenzar en la tierra, porque la promesa de ese Reino era muy lejana y carecía de sentido por si misma, cuando él tenía que asistir a tantos niños hambrientos y tanta injusticia clamando en las calles.
El amor de Miguel Hidalgo por las causas justas era algo visceral en él, instintivo, era la médula espinal de su vida por su labor como pastor de almas. Siempre se esforzó en que sus hijos tuviesen acceso a leer libros y a comprometerse con la vida y el entorno que los rodeaba.
Durante mucho tiempo Joaquin dejó de verlo. Su correría pastoral lo alejó de la casa de su madre, se enteró luego de que tenía más hermanos. Y aunque la amistad entre sus padres desapareció a raíz de esto, él no dejo nunca de sentir amor y respeto por Miguel ni de recibir su consejo y cariño. Ya no volvió a ver a su padre conversando con su madre animadamente en la mesa de la cocina, pero sí se aparecía por casa de tanto en tanto, trayendo provisiones, libros y noticias.
En una oportunidad le preguntó Joaquín acerca de la discrepancia entre ser sacerdote y haber tenido familia, y su padre le respondió con una gran sonrisa de oreja a oreja y total seguridad y palabras precisas, como si las hubiera meditado por mucho tiempo esperando la pregunta de Joaquín:
─ Hijo, yo soy un instrumento de Dios pero también soy un hombre, y bajo la sotana llevo pantalones. Cuando me ordené lo hice con todo el amor hacia nuestro señor Jesucristo y con el compromiso de preparar la segunda venida del hijo del hombre a la tierra, pero no puedo luchar contra el amor que el mismo Dios puso en mi corazón hacia tu madre. Tú fuiste procreado por amor, no lo dudes nunca. Si no abandono mi labor en la iglesia es por la gran responsabilidad que tengo con la gente. ¿Si yo no les ayudo quien lo hará? Mis compañeros de sacerdocio son en su mayoría gente negligente, corrupta e indiferente al dolor del pueblo. Además desde el púlpito soy escuchado y respetado, y estoy cansado de tanto abuso y de tanta maldad. Sé que algo está hirviendo como un caldero a punto de reventar, no puedo dejar precisamente ahora mi labor.
Joaquín supo de la revuelta de independencia cuando estaba preparando maletas para irse a España a estudiar leyes, e hizo todo lo posible por unirse a su padre y apoyarlo, pero no pudo hacerlo directamente, pues cuando llegaba a un sitio ya su padre había salido para el siguiente. Esa gesta mexicana estuvo llena de pánico y de confusión, la mayoría del pueblo no tenía claro por qué se luchaba ni contra quien. Pues igual si los franceses habían invadido España y habían depuesto al rey, para el mexicano común de a pie, nada cambiaba, era el cambio de una correa por otra correa, pero era tanta la rabia acumulada por tantos años de explotación y de dolor, que muchos se alzaban en armas porque sea como sea, la situación era tan mala que cualquier cambio, por pequeño que fuera, seria positivo.
Las noticias sobre Miguel Hidalgo eran siempre confusas y contradictorias, veinte veces le llegó a Joaquín la noticia de que su padre había muerto, que había sido fusilado, que había quemado una iglesia llena de realistas, que tenía pacto con el diablo y desaparecía ante el tiro de sus enemigos, que se había escapado para el norte vestido de india, en fin, que cuando llegó la noticia de que finalmente iba a ser fusilado, no terminó de creerlo porque mil veces antes le habían dicho lo mismo.
Indagó sobre la posibilidad de verle en la cárcel y fue imposible, y carecía del dinero necesario para sobornar la guardia, el reo estaba condenado y las visitas estaban prohibidas porque se podía planear una trama de escape, y el castigo debía ser ejemplar.
Así que este encuentro con su hermano Mariano, unidos en el inmenso dolor y en la impotencia de no hacer nada para impedir el asesinato de tan grande hombre, tenía para Joaquín el inmenso significado que al abrazar a su hermano, no perdía del todo a su padre, de que algo le quedaba.
Esa noche fue de espera, insomnio, angustia inconcebible. Había quedado con su hermano en encontrarse a la entrada de la cárcel, para acompañar a su padre desde la salida del calabozo hasta el paredón de fusilamiento, para darle apoyo moral y que supiese que sus hijos lo amaban y estaban con él.
Era un día aciago y tormentoso el 30 de julio de 1811, a las siete de la mañana, don Miguel Hidalgo recibió la noticia de que sería conducido al sitio de su ejecución. Antes de partir al paredón, repartió unos dulces entre los integrantes del pelotón de fusilamiento y les perdonó.
Vió a sus hijos Mariano y Joaquin entre la multitud que esperaba a la salida, y les hizo la señal de la bendición, Joaquin tenía la cara surcada por el llanto pero Mariano se había prometido así mismo no llorar, para darle fortaleza a su padre.
Miguel fue conducido con gran pompa y ceremonia al sitio de ejecución, ya que se trataba de dar un escarmiento a la población a los insurrectos al régimen. Por eso la comunidad entera estaba convocada.
Se negó tanto a que le vendaran los ojos como a sentarse de espaldas al pelotón. Pidió al pelotón de fusilamiento que para tener un blanco seguro dispararan sobre su mano derecha que pondría sobre el pecho a la altura del corazón. La primera descarga no atravesó el corazón, una segunda lo hizo rodar por el suelo aún con vida, y fue necesario darle tres tiros más para que muriera.
Su cuerpo ensangrentado fue expuesto al público afuera de la prisión como trofeo de guerra. Lo que no entendieron sus verdugos es que el movimiento independentista era imparable, y que Miguel no era fruto sino semilla de lo que vendría después, y que las llamas de la libertad había sido sembrado en el alma de los mexicanos para siempre.
Joaquín volvió a casa con las manos vacías y el corazón destrozado, pues también se le impidió darle cristiana sepultura y velar a su padre, como él hubiera querido. Pero le vio morir como un hombre valiente, y esa satisfacción y orgullo le acompañarían para siempre.
Al llegar a casa, dejó las botas húmedas en el portón de entrada, se quitó el chaleco negro y el sombrero y los colgó en el perchero tras la puerta. Se dirigió pesadamente a la cocina para servirse un poco de agua. Había ido a despedir a Mariano, y se prometieron estrechar lazos familiares y trabajar en la conservación de la memoria de Miguel Hidalgo.
Al llegar al dintel, en el trasluz de la ventana, vio con sorpresa a su padre sentado en la mesa de la cocina, saboreando un delicioso café con leche endulzado con arequipe. Miguel levantó la cara de la taza del café, vio a su hijo observarlo con asombro y le dijo:
─ Pasa Joaquín, te estaba esperando.
Esta historia me comovio bastante. Es increible que hasta en la iglesias hay corrupcion. Joaquin parece como un joven bien educado y amable pero a la misma vez estrana a su padre. Cuando su hermano le da la noticia que van a matar a su padre ,el no lo creia porque varias veces habia escuchado rumores de que ya estaba muerto.Esta historia me gusto muchisimo y espero que de ver mas historias como estas.
From what I could understand, two brothers reunite because their father is being killed. But from how the story reads his father seemed to be a very good man. Is this the book you were noticed for in Mexico, profesora? If so, congratulations! Great storyline.
Se trata de un magnífico poema. Me gusta el otoño, pero siempre cuando las hojas caen de los árboles y nos fijamos en las ramas. En Nueva York, el venado tiene que tener miedo de los cazadores en la nieve vuela. No sólo el hambre y la inanición. Libros de los universitarios son muy caros. El sol abrasador se describe en el poema es lo que esperamos que también. Más actividades y tiempo libre se disfrutan en el verano. Es un poema muy apropiado para agosto.
Betty, felicidades. Tiene mucho dinamismo tu relato. Mantiene la atención de principio a fin. Me gustaría saber cuál fue tu fuente histórica para distinguir entre la ficción y los hechos. El final tiene un toque de realismo mágico que nos hará recordar por mucho tiempo esta pequeña historia.
También de dejo tarea: busca una pequeña falta de concordancia. Pecata minuta.
Un abrazo, Betty.
Se releva a leer que la misteriosa carta era de su hermano. La forma en que la historia se ubicó en el que parecía que iba a ser una historia de terror. Es triste saber que los tiempos eran tan dura que ni siquiera podía ponerse en contacto con su padre y hermano en el suyo. Que tenían que ponerse en contacto con ella.
Este cuento me pareció muy interesante , me pregunte porque su padre que era un sacerdote tenia hijos fuera del matrimonio, y fue interesante la respuesta que Miguel le dio a su hijo. Cuando termine de leer el cuento me pregunte ¿ Entonces a quien fue fusilado delante de toda la comunidad , de Joaquín y de Mariano? En medio de una tragedia se conocieron dos hermanos para apoyar a su padre, hasta se prometieron volver a juntarse y tal vez con los demás miembros de la familia. Este cuento no solo habla sobre una familia si no sobre acontecimientos parecidos que han pasado en este mundo, por ejemplo la injusticia y la corrupción en la iglesia. Es un cuento bastante interesante y creativo , debo decirle que siempre sus cuentos me mantienen interesada en seguir leyendo mas y sus finales siempre me sorprenden.
This story was difficult for me to read. I had to look up a lot of words. It was interesting though and from my understanding it is about a boy and his father. It seems to be in his fathers view and is about their relationship which seems to be strained by the difficult time they find themselves in.