Desperté agitada: hilos de sudor brotaban de mi cuerpo: un líquido pegajoso resbaló de mi frente. Retiré la sábana, me incorporé y me sequé la cara. ¡No podía creerlo! ¡Otra vez había soñado con Penélope…! Recuerdo que la primera vez desperté de buen humor, y me dije: “¡Vaya! Estoy tan inmersa en la Literatura que ahora mi personaje preferido me visita en el sueño”. Volteo, y veo sobre mi escritorio la milésima carta que escribí anoche. Quiero leerla antes de…: Mi querido Héctor: Recuerdo cuando en París me despedí de ti aquella tarde cálida de un verano esplendoroso. Tu amor dejó una huella imborrable. Nos separamos y la vida dejó de tener sentido para mí. Regresé a mi país llena de luces y de alegría, poseída por el suave jardín que sembraste en mi corazón. Tú permaneciste en París. Nuestras cartas se cruzaron en la mar más de mil días. Las palabras cesaron un día en que tu corazón se negó a amarme. O ¿nunca me amó? ¿Cómo saberlo? Tú prometiste visitarme en México; y yo, volver a París. Sin embargo, nada se realizó. Ignoro si te llegó mi última misiva en la cual te comunicaba de mi nuevo trabajo en Ithaca, New York. Después de una década aún aguardo tu retorno. Pensando siempre en ti, Andrea. La hago pedacitos y la echo al cesto de basura. Mientras Héctor regresa a mi lado, de noche escribo lo que de día rompo. Siento la necesidad de quitarme la pijama húmeda, y me desvisto lento como tratando de despojarme de ese sueño tan difícil de interpretar. Desnuda entro en la bañera. El agua tibia lava mi cuerpo, no mi desconcierto. Cierro la llave. Doy champú a mi cabello, me enjabono suave, y siento como si fueran las manos de Héctor que me acariciaran con aquella su ternura sensual en nuestra intimidad. Salgo de la ducha. Me siento ante el espejo del tocador para maquillarme, luego vestirme y salir a la Universidad a impartir mis clases. Evoco este último sueño: me veo caminando, sin premura, por una calle céntrica de Ithaca, New York, pero inusualmente desierta. No tengo idea hacia dónde voy. Nieva, y atardece. Me detengo frente a un escaparate de la tienda Macy’s, de repente siento que alguien toca mi hombro y como resorte, brinco sobresaltada, giro el cuerpo; frente a mí está una mujer delgada, hermosa, con túnica y manto de lino, que me dice: —Andrea, ¡deja de imitarme! ¿Entiendes? Voy a ser más explícita. No cometas mi error de pasar una veinte años tejiendo y destejiendo en espera de mi amado. ¡Qué desperdicio! Parece que mi personaje favorito lee la mente, porque yo siempre pensé que ella era el prototipo de la fidelidad, y de la paciencia en la espera. O supongo que vio mi mirada desconcertada e interrogante. Lo cierto es que, en el sueño, ella habló antes de que yo pudiera ni siquiera preguntar nada: —Veinte años es toda una vida; nada restituye lo que no se pudo hacer. En veinte años yo fui fiel, y estoy segura de que él no lo fue. Lo conocía demasiado bien; su vigor, su pasión, su valentía. Muchas mujeres se habrán enamorado de él; ¿y yo? yo cuidé Itáca, crié a Telémaco, me enfrenté a los pretendientes, que únicamente querían la riqueza de la isla. No, Andrea, ahora me arrepiento. Cuando él regresó, no nos entendimos más. Habíamos crecido separados. Él retornó a Itáca para darse cuenta de que fuera de ella sería más feliz. ¡Que no te suceda lo mismo! Estás a tiempo. ¡Olvida! ¡Vive! ¡Ama! Penélope se aleja. Se pierde en la oscuridad esa figura con porte real… y es cuando despierto bañada en sudor. Las palabras de Penélope: “¡Ama!” “¡Vive,!” retumban en mis oídos como tambores de guerra. Termino de maquillarme y me visto. Me miro en el espejo y me digo: “Nunca es tarde para empezar a vivir, Andrea”. Al terminar la frase, veo su rostro reflejado en el espejo, ofreciéndome una sonrisa de complicidad.
Gracias por el libro, Talita. Disfruté mucho tu cuento, me alegra que Andrea no va a esperar mas. Nos vemos.
Profesora,
Yo no sé que este cuenta es de realidad, pero yo comprendo el sensación a hablar con un personaje. Soy una escritora, o yo pienso que voy a ser una escritora cuando yo termino la universidad.
Cuando estoy escribiendo, yo hablas con las personajes de mis cuentos. Ellos son verdadero y, a veces, ellos son compañeros. Ellos son amigos que necesitas comprender y escucharles. Ellos dicen los cosas, los secretos del corazón que no existen sin los personajes. Cuando yo escribo, yo me empiezo a comprender cosas de mio y de vida que no puede ver en realidad y vida de cada diá. Nuestras personajes nos enseñan cada diá del cosas muy increibles.
Betty, antes de leer este relato, me fui hasta marzo y comenté tu ensayo sobre el tiempo. También te reclamé que no hayas escrito cuentos. Me retracto, he leído este cuento que escribiste en diciembre. Un cuento que escribes en primera persona, que no sabemos si forma parte de tus vivencias o de tus fantasías. Tampoco sabemos si tu imaginación es más real que la bitácora de tu vida. Lo único que puedo asegurarte es que has enfrentado a dos Penélopes irresistibles y que Ulises podría enamorarse de las dos al mismo tiempo, si bien es cierto que las había olvidado hace mucho por buscar en el ancho mundo lo que tenía en su propia casa.
Saludos, hasta pronto.
JMMM
JMMM: Saludos, Betty. Te encuentro por dondequiera. Hoy tuve la fortuna de tropezar contigo gracias a Editorial ICONO. Me gustó mucho releer tu cuento. Ahora, a diferencia del año pasado, te comento simplemente que “cada quien habla de Ítaca, según le va en ella”.
Jesús:
Qué gusto saber de ti!
Ahora, me encuentro de vacaciones, y acabámos de llegar de España, lo cual la pasamos padrísimo.
Gracias por releer mi cuento, y este verano escribiré muchas entradas para mi blog. Explícame el porqué la editorial ICONO sabe de mí.
Saludos y hasta pronto.
Yo recibo esa publicacin llamada Editorial ICONO GDL, en el ltimo nmero publicaron una coleccin de libros gratuitos de un escritor del Tel de Gonzles Ortega (cerca de Colotln, mi pueblo) los comentarios para ese autor son a travs de wordpress, hice algn comentario y luego vi de nuevo tu cuento. Te voy a reenviar el ltimo nmero de editora ICONO y creo que los libros que te menciono te van a gustar, evocan el estilo de Juan Rulfo. El autor es novelista, cuentista, profesor de la Universidad de Guadalajara en la facultad de filosofa y letras y otras cosas ms. Un abrazo, Betty.
Date: Wed, 5 Jun 2013 20:16:25 +0000 To: jesusmayorga@hotmail.com
Puedo simpatizar con la sensación de hablar con un personaje para evocar ciertos sentimientos y emociones desde dentro. Aprendemos de estos personajes y nos enseñamos de ciertos vacíos en nuestras vidas. A veces, cuando estoy solo, puedo ver a mi novio como un personaje de la historia de mi vida. Porque vive al norte del estado y vivo en Long Island, al ver entre si en los meses de verano es difícil. Me lo imagino estar lejos de mi realidad actual y estar a mi lado, para librar a mis sentimientos de dolor y desesperación de sentirse tan feliz como yo lo hice durante el tiempo que pasamos juntos en la escuela.
Decidí leer este pasaje porque pasé el año pasado en Ithaca College. Es una hermosa ciudad que hace el escenario perfecto para una hermoso cuento como este.
Su cuento fue muy creativo y muy descriptivo. Me encantó las emociones que creó.
También, me encantó la referencia a The Odyssey, que es una de mis novelas favoritas. ¡Gracias por compartirlo!