Fragmento de novela por Beatriz Salcedo-Strumpf
Maga:
Ya veo que ordenas como yo.
Esta es la segunda parte de mi respuesta: el ajetreo de mi oficina hace que tenga pocas posibilidades de hacer una carta larga en Internet.
Sigo con las respuestas.
No creo que las mujeres tengan otra cosa que decir diferente a lo que ya han dicho los hombres.
Por encima de los sexos, somos seres humanos, hablantes, usuarios de la lengua y el imaginario.
La lengua de ficción ha sido modificada (mayoritariamente por hombres, pero eso no importa) y es la misma, fundamentalmente, modelizada, semiotizada, que utiliza cualquier escritor, del sexo que sea.
Dividir la literatura en la escrita por los hombres, mujeres, lesbianas, o homosexuales, es agregar una categoría a lo biológico, psicológico y fisiológico, e implicaría reflexiones literarias diversas. Lo temático, órale; lo personal, bastante menos. Creo que debemos hacer la diferencia clara entre ‘autor’ y ‘narrador’, entre vida privada y escritura: los puntos de contacto de estas categorías son “campos” de contacto, puentes y no espejos.
No quiero hablar de escritoras mexicanas porque pienso que la literatura no debe dividirse así, por géneros sexuales. Debe dividirse por calidad, estilos, temas, o lo que uno quiera, pero que tenga que ver con la escritura misma: a mí que más me da que Sor Juana sea mujer, y que Shakespeare sea un desconocido, homesexual quizás, o bisexual o mujer. Me da igual que Clarice Lispector sea mujer o que Albert Camus haya nacido en África. La biografía o lo social del ciudadano que escribe me interesan, francamente mucho menos que sus obras.
Las mujeres que escriben, actualmente, en México, no dan talla, ninguna, en la línea de mujeres que han hecho obras maestras que anexé en el otro correo. Si debemos escoger a quién estudiar, ¿por qué no escoger lo mejor? Y sobre todo: me niego a hacer una sub-categoría entre mujeres que escriben/hombres que escriben.
Dicho pues.
Antonio”
Las dos nos quedamos pasmadas al terminar de leer el e-mail.
-Tu amigo tiene razón en la última línea de que se niega a hacer una sub-categoría entre mujeres que escriben y hombres que escriben, me comenta Angélica.
-Sí, estoy de acuerdo contigo Angélica. Pero la razón principal por la que a Sor Juana se le negó el acceso al conocimiento y a sus deseos de escribir fue precisamente por el hecho de haber sido mujer.
Ella le pidió a sus padres que le cortarán el pelo y la vistieran de hombre para que pudiera asistir a la universidad y así saciar sus ansias de saber, y al ver sus anhelos la única alternativa que le quedó fue encerrarse en un convento. En aquel entonces las mujeres tenían dos alternativas: el convento o el matrimonio; y Sor Juana para satisfacer sus ansias de conocimiento, se decidió por el primero; nunca le interesó el matrimonio. En cuanto a la obra de Rosario Castellanos, ella nos dejó ver a través de toda su obra las injusticias que sufre la mujer. Y es obvio que la vida personal de un (a) escritor (a) es esencial para su escritura. Además no debemos olvidarnos que de las cuatro grandes escritoras latinoamericanas, una de ellas se suicidó por las incomprensiones e injusticias que encontró sobre su género en el mundo que la rodeó. A la otra, la mató su esposo en turno por haberle ella pedido el divorcio, luego se mató él. De manera que la biografía y el ámbito social van totalmente complementados con la vida del individuo y su creación. Siempre se ha dicho que un escritor o escritora debe escribir de lo que ella o él mejor sepa y conozca. Y es claro que la mayoría de las veces que leemos una obra de un escritor (a) de alguna manera nos deja entrever en su escritura las experiencias de su vida y el mundo que le rodea. Y es innnegable que la imaginación juega un papel importantísimo en cualquier escritor. Y por supuesto que la infancia es un gran detonador para la creación artística, esto mismo lo afirma Antonio.